La luz, la historia y el excepcional entorno de la isla de Ibiza han cautivado a grandes arquitectos nacionales e internacionales desde principios de siglo XX. Desde Josep Lluís Sert, en los años 30, pasando por Erwin Broner e, incluso, el afamado arquitecto francés Jean Nouvel, autor de uno de los edificios más singulares de la isla de Ibiza.
Se trata de Las Boas, construido en 2008 en el exclusivo paseo Joan Carles I. Su fachada, que simula un teatro italiano, con forma de herradura y volumen descendente, se inspira en las formas curvas de la naturaleza. Su fachada, es un conjunto de plantas y flores naturales, diseñadas por el paisajista Patrick Blanc, que se enredan con un entramado de vistosos colores.
Pero la joya arquitectónica por excelencia de la isla es la tradicional casa payesa. Muros anchos, paredes de piedra y techos de madera son las características interiores de estas obras de la arquitectura ibicenca. En el exterior se observan amplios porches, esenciales para las reuniones familiares y sociales, y otros elementos como cisternas o pozos de agua y los hornos semicirculares de leña.
La funcionalidad de estos inmuebles ha sido esencial desde sus orígenes: se empezaba construyendo una parte central de forma rectangular, a la que se le iban añadido más estancias, de líneas rectas y sencillas, según las necesidades de la familia. Las pequeñas ventanas resguardan el interior de las temperaturas, manteniendo la vivienda más fresca en verano y cálida en invierno.
Cautivados por esta sencillez, grandes arquitectos han dejado su huella en impresionantes mansiones por diferentes puntos de la isla. Son construcciones que buscan aprovechar al máximo la luz de la isla con enormes ventanales y que respetan el blanco en su fachadas. Estancias amplias, ideales para reunir a amigos y familiares. Grandes piscinas completan estas edificaciones, que ofrecen la privacidad y la exclusividad requerida por los clientes más exigentes.